Más de 800 personas

La diferencia es evidente: mientras otros necesitan asociaciones para movilizarse, en Paiporta basta con el pueblo unido. El pueblo pidió verdad y justicia sin intermediarios.

La tarde del 20 de noviembre, Paiporta vivió una de las movilizaciones vecinales más multitudinarias de su historia reciente. Más de 700 personas, según cálculos basados en imágenes, recuento por tramos y asistencia constante durante todo el acto, se congregaron a las 19:30 horas para denunciar el abandono institucional sufrido durante y después de la DANA del 29 de octubre de 2024.

Lo más relevante del evento no fue solo la cifra —extraordinaria para un acto convocado sin plataformas políticas, sin asociaciones y sin financiación externa— sino la composición de los asistentes:
el 95 % eran vecinos de Paiporta, gente del propio municipio que acudió de manera espontánea, sin siglas y sin estructuras organizadas detrás.

El perfil fue claro y homogéneo:
trabajadores, autónomos, familias, padres y madres que no dependen de pagas, subvenciones ni redes asociativas. Personas que madrugan, que sostienen la economía local y que acudieron por puro hartazgo, cansados de ver cómo los responsables políticos —en especial el Gobierno de Sánchez y los organismos que fallaron en la emergencia— siguen sin dar explicaciones ni soluciones.

Este dato contrasta de manera evidente con las concentraciones organizadas contra Mazón en otros municipios, donde la participación se articula a través de más de treinta asociaciones, colectivos subvencionados, plataformas externas o grupos ideológicos.
La de Paiporta, en cambio, fue una concentración ciudadana auténtica, nacida del dolor, la indignación y la memoria del 29-O.

El mensaje de los asistentes fue unánime:
“No olvidamos. No aceptamos silencios. Exigimos responsabilidades.”

El acto, impulsado por el proyecto vecinal La Voz de Paiporta, dejó claro que el municipio no está dispuesto a permitir que la tragedia quede impune ni que la negligencia institucional se diluya entre relatos impuestos desde fuera.
La movilización se convirtió así en una demostración de fuerza cívica, de unidad y de dignidad ante el abandono al que fueron sometidos cientos de familias durante la catástrofe.

El éxito rotundo de la convocatoria marca un antes y un después en Paiporta:
cuando la sociedad civil se levanta por justicia, lo hace con firmeza, con serenidad y con una legitimidad que ningún aparato político puede igualar.

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